martes, 30 de junio de 2020

Hoy quiero confesar...

Y no es que estoy enamorado. Quiero confesar que a veces, aunque no sea muy a menudo, tengo pensamientos de pasarme al lado oscuro. 

Entended por pasarse al lado oscuro como aspirar a alguna de esas ofertas de puestos de técnicos vacantes en la administración de la comunidad autónoma o de otros órganos derivados de ella, que cada cierto tiempo se nos ofrecen a los/las habilitados/as de la zona. 

No es algo en lo que piense diariamente, pero sí en momentos de desplome moral como pueden ser tras sesiones plenarias en las que se ha utilizado a la Secretaría como trinchera en una refriega de acusaciones entre bandos políticos, en las que se culpa a la Secretaría de algo que ha salido mal por aplicar demasiado estrictamente la normativa (si sale todo bien no hay más problema, enseguida la Alcaldía sumará el tanto en su marcador), tras encontrarme solo ante una plataforma informática que da problemas para poder cumplir un plazo mientras el resto de compañeros hace ya rato que se fueron, etc. Son momentos de bajón laboral que en mi caso se producen sobre todo los lunes y martes, primeros días de semana en cada uno de mis ayuntamientos. 

Optar por la vía de convertirme en técnico de la administración autonómica presenta muchos inconvenientes y ventajas, que desgrano a continuación. 

Inconvenientes

1. Tener la sensación de no ejercer "de lo tuyo". Aunque no he trabajado nunca como técnico de otra administración, creo que el hecho de trabajar en un puesto diferente al que se ganó por oposición y de un nivel inferior (aunque también fuera de A1, lo cierto es que como técnico autonómico el poder de decisión sería infinitamente inferior al que disfruto ahora mismo) debe ser algo muy parecido a lo que sienten los licenciados universitarios que terminan trabajando en puestos para los que se requiere menor cualificación a la que ostentan (camareros, comerciales, teleoperadores...). 


Como me sentiría yo trabajando de técnico

Yo, que ya tengo una edad y que había trabajado anteriormente en otros puestos inferiores en la administración, me planteé la Secretaría-Intervención siempre como una meta, como un fin de trayecto. En ningún momento me planteé (ni tampoco ahora considero) seguir opositando para ascender a la categoría superior ni emprender ningún otro camino (otras escalas, otras administraciones, puestos de libre designación, etc.). No obstante, una cosa que me sorprendió en el curso selectivo de Secretaría-Intervención fue la cantidad de compañeras y compañeros que veían la Secretaría-Intervención como un primer paso para un camino posterior, como un mérito más para otro fin, o incluso casi como un accidente. 

Algunos preparadores les decían a sus alumnos que la Secretaría-Intervención es un estado del que hay que salir lo antes posible, y algunos enlazaron la oposición de Secretaría-Intervención con las de categoría de entrada. Otros querían convertirse en profesores universitarios y la oposición de habilitación nacional les contaba como un valioso mérito en dichas aspiraciones y otros (aunque lo dijeran de forma más o menos velada) se morían por un puesto de libre designación para el que es requisito ser funcionario de carrera con nivel A1. 

2. Privar a uno o varios pueblos pequeños de una administración digna. Considero tener un fuerte sentimiento de justicia y solidaridad y veo injusto que algunos municipios pequeños, por su tamaño o ubicación, no consigan tener y retener profesionales cualificados que administren sus asuntos con cierta diligencia y solvencia. Porque el hecho de que los asuntos no se traten con la consideración debida y que las normativa no se aplique con diligencia repercutirá sin duda en los servicios que se prestan, en la carencia de servicios o en la falta de calidad de los mismos. Y esto, unido a la inoperancia de la administración local, afectará al desarrollo del municipio y a la fijación de su población. Y así entramos en una dinámica difícil de romper.

No tengo claro el papel de los secretarios-interventores como dinamizadores o agentes de desarrollo en los pequeños municipios (en ocasiones el hecho de velar porque se aplique la normativa en plenitud hace que nos vean como todo lo contrario), pero estoy convencido de que nuestra actuación, si se realiza con aplomo, al menos garantiza que se vele por el interés general y que los municipios abran sus puertas y ventanas. 

También tengo claro que aquellos ayuntamientos que no consiguen cubrir su plaza con un/a habilitado/a de carrera, o en los que estos/as profesionales duran poco, van haciendo las cosas y tramitando asuntos de aquella manera, como se ha hecho siempre y de forma cada vez más viciada.

Por ello me parece injusto que cualquier municipio, por pequeño o remoto que esté, no consiga cubrir su vacante con un/a habilitado/a nacional y tenga que estar de concurso en concurso, de mano en mano. Si bien es cierto que en ocasiones las vacantes no se cubren por ausencia de medios económicos para retribuir al profesional necesario, en otras ocasiones la infradotación del puesto es totalmente intencionada, a fin de que se cubra aunque sea de forma temporal por personal interino de bolsas, más precario y manejable por la Corporación. En este tipo de casos los consistorios no despiertan en mi el mínimo sentimiento de justicia o solidaridad (como sí que los despiertan sus vecinos): cada uno tiene lo que se merece. 

3. Pasar a realizar un trabajo más especializado y repetitivo. Uno de los puntos bonitos de la Secretaría-Intervención, a la par que una de sus dificultades, es la cantidad de ámbitos en que debemos trabajar y luchar por conseguir objetivos. En una sola jornada puedes trabajar en sectores tan diversos como personal, subvenciones, contratación y transparencia. Y cuando consigues resultados en un ámbito de actuación, ya tienes que volver a incidir en otro que se ha quedado desatendido. Esto de la mejora continua es el cuento de nunca acabar.

Una de las cosas bonitas de la Secretaría-Intervención es la cercanía a las actuaciones en que se trabaja. Hoy estás tramitando el expediente de contratación para la construcción de un gimnasio, o de un museo, mañana estás yendo a verificar la inversión para firmar el acta de recepción y pasado seleccionando al personal que trabajará en él o atendiendo una petición/reclamación sobre su funcionamiento. 

Estoy seguro que en los puestos de técnico/a que se ofrecen en otras administraciones de mayor dimensión los trabajos a realizar son mucho más específicos y focalizados, aunque el volumen también será mucho mayor que en los micromunicipios de las secretarías de tercera. Esto puede suponer que a la larga, hacer lo mismo día tras día resulte rutinario y monótono. Así mismo el hecho de tramitar expedientes de terceros a los que no se conoce ni de los que se tienen ninguna referencia, puede ser impersonal e incluso alienante. 

4. Diferencias retributivas. Otro aspecto que no debemos perder de vista es el retributivo. Aunque no estoy pensando en ninguna oferta de las últimas que he recibido en particular, seguramente estos puestos tengan una retribución menor que la que un/a secretario/a-interventor/a puede obtener en muchos municipios. No obstante, la opción también comportaría la posibilidad de vivir en mi propia casa (sin pagar alquiler ni desplazamientos) y probablemente también la posibilidad de ir a trabajar caminando o en transporte público, lo cual debe valorarse también porque compensa esa reducción del salario. Y el hecho de estar en casa y poder dedicar más tiempo a los tuyos o a tus aficiones es un elemento de difícil cuantificación, pero que desde luego que debe ser valorado.   


¿Realidad o mito?

Ventajas

1. Menor presión y responsabilidad. Uno de los factores que más lastran nuestro quehacer diario es la presión del trabajo y el sentimiento de responsabilidad. No sé cual será vuestra percepción, pero yo muchos días tengo la sensación de que "me crecen los enanos", porque a pesar de que quiero y me planifico hacer unas actuaciones durante el día, siempre me surgen mil y una cosas que me impiden cumplir mínimamente mis planes. 

Los asuntos que no paran de surgir día tras día, unidos a la falta de capacitación y actitud de algunos compañeros que no colaboran en solventarlos (he tratado este tema en entradas anteriores), hacen que muchas veces sienta la conocida como "soledad del habilitado".


La responsable es la secretaria-interventora.
¡Culpable!

En ocasiones me gustaría ser menos responsable o poder separarme más de las obligaciones y del sentimiento de culpabilidad que me supondría no llevarlas a cabo o no cumplir los plazos marcados para su ejecución.  

Sin duda en un puesto de técnico en otra administración la presión y responsabilidad serán menores, pues la actuación a realizar será más resultado de la suma de esfuerzos de un grupo y la responsabilidad, si la hubiera, también será compartida. 

2. Posibilidad de volver a vivir en casa. Como os conté en la entrada de presentación de este blog, trabajo y vivo en un pueblo de la España rural perdida (menos de 500 habitantes). Para tomar posesión de este destino tuve que dejar atrás mi piso en la ciudad y buscarme una casa en alquiler en el pueblo, en la que vivo desde entonces. 

Y aunque la casa me gusta y no estoy mal aquí, la sensación que tengo los fines de semana cuando entro en mi piso de la ciudad es la de volver a estar en casa. Esto me indica que no me he hecho tan bien al pueblo como inicialmente cabría esperar. Tal vez será por su escaso número de habitantes, por la diferencia de intereses que separan a su población de mi mismo o por mis antecedentes formativos y vitales, que impiden que los vecinos me consideren como parte de ellos. 

Esto se compensa aunque solamente sea en parte con las impresionantes vistas que tengo desde las ventanas de la casa y con los preciosos enclaves que puedo visitar en el municipio. Algo bueno debía tener la vida rural.  

3. Sensación de desconexión tras la jornada laboral y poder centrar la atención en otros asuntos. Supongo que a muchos de mis lectores les pasará que los problemas del trabajo en ocasiones nos persiguen más allá de la jornada laboral y en ocasiones te encuentras revisando un correo o un expediente a cualquier hora del día o de la noche. Este problema, que con el confinamiento y el teletrabajo ha tendido a agudizarse, para mi ya era habitual desde mucho antes. 

Este año hice el propósito de no dejarme llevar por estos impulsos y buscarme otros "vicios" o distracciones para hacer en el tiempo libre y estoy llevándolo a cabo con bastante acierto. Creo que este problema se aligeraría mucho en un puesto de técnico de otra administración, porque la presión y sobre todo la responsabilidad personal no serían comparables a la de ser secretario-interventor. 

4. Potencial enriquecimiento de mi vida personal y extralaboral. Uno de los factores que pienso que pesaría más a la hora de aceptar una oferta de trabajo como técnico en otra administración sería tener responsabilidades familiares. Muchas veces pienso que sería imposible simultanear la Secretaría-Intervención con la crianza de un hijo o el cuidado de un mayor y hacerlo con éxito. 

Además, el hecho de aceptar esa oferta de trabajo y vivir de nuevo en la ciudad me permitiría llevar a cabo actividades extralaborales imposibles de realizar en el pueblo, como asistir a cursos, recitales, conferencias, proyecciones o incluso apuntarme como colaborador en alguna ONG (hace tiempo que lo vengo pensando). También me permitiría recuperar y reforzar las relaciones de amistad con personas a las que ahora solo veo de uvas a peras y con las que antaño tenía muy buena conexión y hacía planes chulos. 


La vida personal, la verdadera

En fin, pensando pensando me han salido 4 inconvenientes y 4 ventajas a considerar para adoptar una decisión, y en este momento no tengo ninguna oferta de este tipo que valorar (aunque puede surgir en cualquier momento). Además, en caso de que surgiera... ¿sería yo el perfil buscado? ¿no habría muchos/as más candidatos/as con más conocimientos, experiencia o contactos para cubrir dicho puesto?

Y a vosotros, ¿os asaltan a veces este tipo de pensamientos? ¿debo sentirme culpable siquiera por valorarlo?

¡Nos leemos!

4 comentarios:

  1. Todos tenemos un limite de aguante. Amando tu profesión, seguramente no te moverás hasta que no llegues al limite. Lo que por supuesto ni es bueno ni es malo.
    Un abrazo y me gustan tus reflexiones

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    1. Muchas gracias por el comentario, Anónimo. Hoy mismo he tenido un día de esos dignos de olvidar, pero ya estoy en la cuenta atrás para las vacaciones. Ciertamente todos tenemos un límite.

      Vuestros comentarios me impulsan a seguir escribiendo.

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  2. Secretariucho de tercera, yo también lo he sido, y me identifico mucho con lo que cuentas.
    Me resulta una lectura muy agradable.
    Un abrazo, y no dejes de escribir.

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    1. Anónimo, gracias por tu comentario. Me anima a seguir escribiendo.

      Intuyo por tu comentario que fuiste secretario un día y después te pasaste al lado oscuro (técnico de otra administración), como digo yo en esta entrada. Si es así, ¿cómo valoras tu decisión ahora a posteriori?

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