Una vez acabadas las vacaciones de verano y el mayor o menor sabotaje telefónico de las mismas, abro estos días una nueva etapa conocida como mátame camión. La he bautizado de esta manera porque en estos días y en los próximos meses confluyen una serie de situaciones que dan ganas de salir por patas: se junta la cantidad de asuntos que se han ido acumulando durante las vacaciones (sobre todo si como en mi caso tus municipios reciben una fuerte afluencia de población estacional), las subvenciones concedidas por otras administraciones que requieren que las actuaciones subvencionadas sean ejecutadas y justificadas antes de final de año y el deseo de los alcaldes de hacer uso de sus remanentes de tesorería incorporados al presupuesto vigente. Esta etapa es tan dura, que el año pasado tras las vacaciones estuve sin actualizar el blog hasta el mes de octubre, ya que llegaba a casa después de trabajar completamente fundido.
Pero este año voy a tomármelo con filosofía, voy a trabajar a full
y a darlo todo durante la jornada laboral, pero sin dejar que eso me afecte a
mi vida personal y a mis aficiones. Dado que la situación es tan
dura para todos/as, os traigo hoy un tema que seguro que también habéis
experimentado en vuestras propias carnes y que no deja de ser bastante cómico,
o más bien tragicómico: el tratamiento en el Pleno de proposiciones/mociones sobre
asuntos de competencia supramunicipal.
Un poco de historia
Aunque ya el ROF en 1986 preveía las proposiciones/mociones, se
tratan de unas figuras que experimentaron un boom durante los primeros años de la
segunda década de nuestro siglo (2010-2015), sin duda azuzadas por los grupos
políticos autonómicos y estatales mayoritarios, que enviaban los modelos de
proposición/moción a sus representantes en las entidades locales.
¿Parlamento o Pleno? |
Tal era el volumen de proposiciones/mociones que se sometían el
Pleno durante esos años, que las sesiones plenarias se convirtieron en
auténticos maratones de declaraciones, acusaciones y manifestaciones
grandilocuentes. Los Plenos se hacían interminables y se empezó a cuestionar si
era o no pertinente poner fin de forma anticipada a dichas reuniones invocando
el principio de unidad de acto. Este principio se establece en el artículo 87
del Real Decreto 2568/1986, Reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen
Jurídico de las Entidades Locales: “Toda sesión, sea ordinaria o
extraordinaria, habrá de respetar el principio de unidad de acto y se procurará
que termine en el mismo día de su comienzo. Si éste terminare sin que se
hubiesen debatido y resuelto todos los asuntos incluidos en el orden del día,
el Presidente podrá levantar la sesión. En este caso los asuntos no debatidos
habrán de incluirse en el orden del día de la siguiente sesión”.
En ocasiones se aplicaba este principio y la Alcaldía levantaba la
sesión por superarse las doce de la noche sin haber terminado la lectura y
votación de todas las mociones, aunque se tachara esta decisión de dictatorial.
La alternativa era aguantar chaparrón hasta que el diluvio de mociones amainara,
sufriendo en silencio. Era una cuestión de susto o muerte, como veis.
En esta época dorada de las proposiciones/mociones los cargos
electos se ganaban el importe de sus asistencias con el sudor de su frente, y
no era raro verlos asistir a las sesiones plenarias con bocadillo envuelto en
papel de plata en aquellos casos en que se convocaban a una hora posterior a
las 19:00 horas.
Afortunadamente esa época dorada quedó atrás, ya que los miembros
electos aprendieron que es posible ganarse las asistencias sin tanto esfuerzo,
pero aún se somete periódicamente al Pleno alguna que otra proposición/moción
propuesta por los grupos municipales.
“Animales de la política”
He titulado esta entrada la parlamentarización del Pleno porque en
la mayoría de ocasiones estas proposiciones o mociones tratan asuntos que nada
tienen que ver con las competencias municipales. La mayor parte de ellas versan
sobre materias íntegramente de competencia autonómica o estatal.
Asumámoslo: los políticos locales tienen ínfulas de grandeza y
quieren dedicar su tiempo a manifestarse sobre los grandes asuntos que afectan
al país, los problemas con mayúsculas, los que salen en la tele y no limitar su
talento político a aquellos asuntos primarios que se presentan en los
municipios de la España rural.
Puede ser que no tengan la capacidad para redactar el texto de una
moción clara y bien explicada (por lo que necesitan los modelos confeccionados por
las centrales de los partidos políticos autonómicos o estatales), pero aún así
quieren manifestar su posición sobre el tema de actualidad, acusar al grupo
municipal de la oposición de los desmanes ocasionados por su partido político a
nivel autonómico o nacional o dar lecciones de lo que se debería hacer o no
hacer para resolver los grandes problemas que acucian a nuestro país. Y todo
ello sin más preparación ni colchón que las noticias que hayan visto en el
telediario y los debates televisivos; nada más les hace falta para lanzarse al
barro y demostrar a la oposición que son auténticos “animales de la política”.
¿Es un tronco? ¿Es una piedra? No, es un animal de la política. |
A los políticos municipales no les interesan asuntos tales como la
mejora de la calidad del agua potable, las campañas de desinfección,
desinsectación y desratización, la limpieza viaria o la biblioteca municipal.
Quieren pronunciarse sobre las políticas comerciales de la Unión Europea con
terceros países sobre productos agrícolas que afectan a la producción nacional,
sobre el precio de la energía, sobre la renovación del Consejo General del
Poder Judicial, sobre el problema migratorio con Marruecos, sobre los indultos
de los condenados por el procés… ¿a quién no le va a gustar pronunciarse sobre
los indultos del procés? Y la mejora de la calidad de vida de la población del
municipio puede esperar.
Comunicación de los acuerdos: de tú a tú
Y para rematar toda buena proposición/moción que se precie, la
traca final: propuesta de notificar el acuerdo adoptado a la Presidencia del
Gobierno, a todos los ministerios implicados, a los/las portavoces de los
grupos parlamentarios del Congreso, a los grupos parlamentarios del Senado y a
cualquier otro cargo notable que aparezca por el medio. Que se entere todo quisqui.
Nuestros/as concejales/as quieren que se les oiga alto y fuerte en
la cúspide del Estado, sentirse cual Adrianas Lastras, Yolandas Díazs, Espinosas
de los Monteros o Garcías Egeas en potencia y dirigirse de tú a tú a las altas
instituciones del Estado.
Queda muy bien y es muy rimbombante acabar el texto de la
proposición/moción de esta manera, pidiendo notificaciones masivas; lo peor es
que después de acordarlo hay que cumplirlo. ¿Nadie ha pensado jamás que adoptar
este tipo de acuerdos supone que después un/a empleado/a público/a tiene que
emplear su valioso tiempo en preparar y enviar todas estas notificaciones?
Parece ser que nadie, por lo que seguimos matando moscas a cañonazos y
ejercitando el noble arte de la burocracia más estéril.
Estéril, porque imaginad el efecto que puede suponer sobre el
ánimo de un Pedro Sánchez, una Teresa Ribera o un Alberto Garzón saber que el
Pleno de Villarejo de Retamar denuncia la campaña de desprestigio del consumo
de carne de principios de verano. Eso en caso de que las notificaciones que se
envían desde los ayuntamientos lleguen a su destinatario/a, pues antes de
llegar a tan ilustres manos habrá un cribado de decenas de bedeles bien instruidos
en cómo triturar la correspondencia inútil.
Bedel parlamentario tramitando una moción |
Esto me hace acordarme del tema de nuestro temario relativo a los
grupos de interés y a los grupos de presión (lobbies). Pues en este caso
interés sí le ponen, pero presión presión no creo que ejerzan mucha. Hay que
ver qué cosas hay que estudiar para convertirse en un simple secretariucho de tercera…
Y vosotros/as, ¿también vivís estas experiencias con las proposiciones/mociones
en vuestros ayuntamientos? ¿cómo lográis abstraeros durante el tiempo de
lectura de las proposiciones/mociones en las sesiones plenarias? ¿cuál es la
moción más loca que se ha tratado en vuestros consistorios?
¡Nos leemos!
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