domingo, 15 de diciembre de 2019

Los habilitados nacionales y el lema Media Markt: la avaricia me vicia

En estos días previos a la navidad, en los que prima el ensalzamiento de las relaciones personales y familiares y todas aquellas actitudes que las favorecen (compañerismo, solidaridad, concordia, comunicación, comprensión, etc.), los colegios provinciales de secretarios, interventores y tesoreros suelen organizar comidas o cenas con motivo de la realización de sus asambleas generales. 

En dichas asambleas se debaten y votan aspectos trascendentes en la vida de los colegios profesionales como las cuentas anuales, los presupuestos, se da cuenta de la actividad realizada durante el año (memoria de actividades) y se orienta a la dirección sobre las actuaciones a realizar durante el ejercicio siguiente.

Posteriormente, en la comida o cena, la concurrencia se multiplica, y los secretarios, interventores y tesoreros que durante el resto del año han estado divididos, fraccionados, aislados geográfica y profesionalmente e incluso enfrentados, se reúnen y hacen gala de una buena sintonía, de compañerismo y fraternidad.

Pero no nos dejemos engañar con espejismos ni sueños de una noche de otoño: el cuerpo de secretarios, interventores y tesoreros está lejos de ser un cuerpo cohesionado y unido para la defensa de sus intereses como en el caso de otros cuerpos (jueces, profesores, sanitarios...), y se encuentra muy dividido y disperso, siendo las celebraciones de estas fechas la excepción a la tónica general durante el resto del año.


- ¿Te acordaste de poner los cuchillos romos?
- Sí.
- Mejor, así evitamos altercados.

Y esta división y falta de cohesión no puede explicarse únicamente porque una vez al año se realicen los concursos ordinario y unitario, en los que sus miembros aspiremos y nos enfrentamos por las mismas plazas, porque esto también ocurre en otros cuerpos de funcionarios que sí que se encuentran más cohesionados. 

En algunos debates de las asambleas generales se han tratado asuntos que pueden ser causa de esta desunión:


-Las diferencias salariales entre municipios.  

Un asunto que año tras año se plantea de una u otra forma en las asambleas generales es el tema retributivo, pues habiendo en España más de 8.000 entidades locales, la retribución en cada una de ellas es distinta a la de las demás, por ser ámbito de decisión de cada Corporación en ejercicio de la autonomía local. Y las diferencias salariales no son precisamente de unos cientos de euros, sino que pueden llegar a ser incluso de más de mil euros entre puestos de trabajo de municipios similares en territorio y población. 

Existe tal dispersión retributiva entre los ayuntamientos, que no es raro escuchar demandas en las asambleas para que los colegios pidan al Ministerio de Función Pública que en la convocatoria del concurso unitario aparezcan especificados los complementos de destino y el específico de cada plaza o para que el propio ministerio o la ley fijen las retribuciones de nuestros puestos, o al menos unos máximos y unos mínimos. 

También en ocasiones, cuando se trata en las asambleas el tema del acoso laboral ejercido sobre los habilitados, trasluce el asunto retributivo, porque una técnica habitual de acoso suele ser la bajada de retribuciones del funcionario (es una de las externalidades negativas que presenta la autonomía local y que puede dañar seriamente a la independencia que debe caracterizarnos en el ejercicio de nuestras funciones). 

Y en este punto, el retributivo, la desunión entre los miembros del cuerpo es máxima: mientras unos prefieren que los salarios se regulen por el Ministerio o por una ley, limitando la variabilidad existente actualmente, otros optan por la libre fijación del salario por la entidad local. Hay quien opina que la fijación de unos salarios igualitarios por ley debería venir acompañada de unos medios personales y materiales mínimos para garantizar cierta calidad en el servicio, mientras que otros prefieren que tanto las retribuciones como los medios se determinen por cada Corporación en ejercicio de su autonomía local (aunque esto suponga una mayor responsabilidad del habilitado, por no contar con tanto personal a su cargo en el cual delegar). 

El hecho es que, se regulen o no las retribuciones de los habilitados nacionales por ley o por el Ministerio de Función Pública, la solución en ningún caso podrá contentar a todos los interesados, pues existen muchas opiniones sobre el tema y cada habilitado nacional se encuentra en una situación vital diferente en la que tiene prioridad por un aspecto (en mi entrada anterior Habilitados nacionales y la búsqueda del santo grial traté el tema de los criterios a valorar para la elección de un destino). 


- Los continuos cambios de puesto y la inevitable comparación con otros/as compañeros/as.

Otro elemento de desunión ente los miembros del cuerpo de secretarios, interventores y tesoreros de administración local es la elevada movilidad entre puestos de trabajo, que ocasiona que cuando llegamos a un nuevo puesto de trabajo se nos someta al juicio de comparación con los ocupantes anteriores, tanto por el resto de trabajadores como por los propios gobernantes. 


Y aquí es donde los propios habilitados podemos hacer mucho por el cuerpo, pues en vez de criticar lo anteriormente hecho para así ensalzar nuestra labor y nuestros logros, podemos optar por hacer valer nuestros logros por ellos mismos sin necesidad de criticar al/a la compañero/a anterior. 


Porque por muy mal que nos encontremos la situación en el destino, aunque el puesto se encuentre manga por hombro, siempre habrá algo bien hecho, algún modelo o expediente reutilizable, o algún aspecto que nos permita no empezar nuestra labor desde cero, y eso inevitablemente es gracias a nuestros/as predecesores en el cargo. Hay que entender que cada persona tiene sus circunstancias personales y familiares, que no todos tenemos la misma forma de hacer ni somos iguales y que, por tanto, no se puede medir a los demás con el mismo rasero con que te enjuicias a ti mismo. 



No existen dos personas iguales.
Ni siquiera sois iguales tú y tu
reflejo en el espejo

Como dijo Ortega y Gasset "Yo soy yo y mis circunstancias", y como tal debemos valorar a los demás compañeros presuponiendo su buena fe y que lo que hicieron y consiguieron en el pasado fue lo mejor que pudieron lograr en las circunstancias en las que se encontraban en ese momento.    


Yo, personalmente, trato de no criticar ni enjuiciar la labor de mis predecesores en el cargo, sino más bien todo lo contrario. Y en cuanto a dichos compañeros, trato de facilitarles en todo lo posible lo que requieran del ayuntamiento (certificados de servicios prestados, bajas en plataformas, etc.) y debo decir que igualmente se han portado conmigo otros compañeros cuando he sido yo el que ha necesitado de su ayuda o de su consejo. 



- El exceso de tareas y la priorización de aspectos por el habilitado nacional. 

Como vimos en mi anterior entrada Funciones de un secretariucho de tercera, si existe un rasgo que caracteriza a nuestra profesión es la acumulación de funciones y tareas en una sola persona. 


Son tantas las labores que debemos desarrollar, y tantos los aspectos que no debemos descuidar, que es inevitable que profesionales distintos se centren o pongan el foco en materias distintas. 


Este factor está más que relacionado con el punto anterior, sobre la comparación con los predecesores en el cargo, pues mientras que nosotros conseguiremos algunos hitos (por ejemplo publicitar más la contratación, implantar la administración electrónica, regularizar ciertos ingresos que no estaban correctamente regulados...), nuestros predecesores consiguieron otros que a lo mejor nosotros tenemos algo más descuidados (regular mediante convenios anuales las subvenciones nominativas, tener actualizados los padrones tributarios, controlar en mayor medida las relaciones laborales del ayuntamiento, etc.).


Por ello, en mi opinión, no deberíamos criticar o enjuiciar la labor de otros compañeros, sino más bien empatizar con ellos y solidarizarnos, pues la misma presión que sentimos nosotros en nuestro día a día, en el que muchas veces nos vemos desbordados, la sintieron ellos en su momento. E incluso tal vez ellos estuvieran en una situación peor a la nuestra por coincidir en dichas situaciones con otras circunstancias personales o familiares difíciles, que nosotros desconocemos.



- La existencia de figuras ajenas a la habilitación nacional, que presentan cierto carácter de intrusismo profesional.

Como expliqué en mi entrada anterior El acceso a la secretaría rural: un camino de rosas y espinas existen al menos tres tipologías de empleados realizando las funciones de Secretaría, Intervención y Tesorería (habilitados nacionales, interinos y accidentales), y todos ellos tienen muy diferente preparación, que no tiene por qué necesariamente repercutir en su desempeño. 


No obstante, lo que es innegable es que la ocupación de plazas de habilitados nacionales por personal interino y accidental y el hecho de que en ocasiones dichas plazas no se sometan periódicamente a concurso o a publicidad para que puedan ser cubiertas por habilitados, genera malestar y tensión entre nosotros. 


Porque si todos sabemos lo difícil que es superar nuestro proceso selectivo y conseguir puntos para los concursos unitario y ordinario, también entenderemos el sentimiento de injusticia que suscita saber que un municipio cercano o que nos resulta interesante por algún motivo está vacante y no podemos aspirar a ocuparlo, bien porque no salga en el concurso o porque la vacante no haya sido debidamente publicitada (mientras se viene ocupando por un interino o un accidental). 


En estos casos, el enfrentamiento entre habilitados, interinos y accidentales es total, y se despiertan muchas susceptibilidades. 



El conflicto entre habilitados nacionales e
interinos/accidentales, en una imagen

No obstante, debemos comprender que debido a la controvertida planta local, todas las figuras que desempeñan las funciones de Secretaría, Intervención y Tesorería son necesarias. Si bien es de justicia que por preparación, formación y esfuerzo los habilitados nacionales tengan preferencia sobre los interinos y accidentales para la ocupación de los puestos de trabajo reservados (así lo marca la propia ley), también debemos reconocer la función que realizan estos otros profesionales que, en muchas ocasiones, consiguen con su trabajo y esfuerzo salvar la papeleta a las entidades locales. 



En resumen, es momento de que valoremos nuestra crucial función en las entidades locales, como supervisores y garantes de la aplicación de la ley en la actividad de los municipios, como elementos fundamentales en la lucha contra la corrupción y el clientelismo y a favor del interés general. 


Reivindiquemos nuestra función como garantes de la fe pública, el asesoramiento legal, del control y la fiscalización interna de la gestión económica y presupuestaria, de la contabilidad, la tesorería y la recaudación. Porque en muchas ocasiones, y sobre todo en los micromunicipios en los que trabajamos los/las secretariuchos/as de tercera, somos los únicos conocedores de la normativa aplicable y la pieza clave para que toda la actuación municipal sea mínimamente acorde con la ley, apartándose de intereses espúreos, prácticas viciadas y resultados que poco o nada tienen que ver con el interés colectivo.


Debemos dejar de pensar exclusivamente en nosotros mismos y pensar más en nosotros como colectivo, unirnos y luchar juntos, porque la vida profesional es larga y podemos vernos inmersos en cantidad de situaciones complicadas o conflictivas, en las que una mano amiga o un apoyo firme puede salvarnos del abismo. Escuchemos a los demás, empaticemos con sus problemas, luchemos juntos por mejorar nuestra situación y hacer reales nuestros derechos y abandonemos el lema "la avaricia me vicia" como lo que es, un estúpido eslogan comercial. 


Que la buena sintonía, el compañerismo y la fraternidad que reinan en las comidas y cenas de los colegios provinciales de estos días duren todo el año. 


¡Nos leemos! 



- ¡Por el cuerpo!
- ¡Sí, eso por Elle MacPherson!