En mi anterior entrada (Las vacaciones de verano y el arte de decir que no) hablamos sobre la importancia de desconectar durante los periodos vacacionales, durante los fines de semana y cada vez que saliéramos por la puerta del ayuntamiento y de los modos en que se podía luchar contra los acosadores de nuestro tiempo libre.
El nuevo paradigma: la autoexplotación como actitud vital
Pero este escenario en el que los alcaldes y concejales abordan a los secretarios-interventores exigiéndoles resultados incluso más allá del horario laboral, no representa para muchos su principal problema. Es para ellos una situación superada, propia de profesionales vagos a los que hay que estar continuamente azuzando para que se muevan y consigan sacar adelante los proyectos de sus pobres y sufridos alcaldes. Quienes piensan así son personas sobradas de motivación, que son capaces por sí mismos de fijarse objetivos y esforzarse día a día por cumplirlos, durante la jornada laboral o cuando haga falta.
Y este comportamiento, aparentemente tan loable y digno de admiración, es la nueva enfermedad de nuestros tiempos. Porque, aunque parezca una forma de actuar aislada o anecdótica, es más común de lo que nos pensamos.
De hecho, así se explica que el artículo publicado en El País en fecha 7 de febrero de 2018 con el titular "Ahora uno de autoexplota a sí mismo y piensa que está realizándose", y que trata sobre el libro "La sociedad del cansancio" del autor surcoreano-alemán Byung-Chul Han, tuviera más de medio millón de visitas en los dos primeros días y fuera el contenido más visto en la web durante muchos días más, a pesar de ser un artículo sobre algo tan poco atractivo aparentemente como la filosofía.
En este libro, Byung-Chul Han habla sobre la sociedad actual, una sociedad marcada por el rendimiento, el estado activo y la imposibilidad de llevar a cabo una actuación contemplativa o creativa, que precisa de una mayor atención y calma.
Una sociedad enmarcada en una época que él denomina neuronal, diferente a la anterior época inmunológica en la que existía una clara diferencia entre lo de dentro (el propio secretariucho de tercera o cualquier otro profesional) y lo de fuera (el alcalde/concejal dictador o cualquier jefe de similares características), siendo lo de fuera la bacteria que transmitía la negatividad. En la época neuronal actual no existe esa diferencia, sino que los males provienen del exceso de positividad procedente de uno mismo.
El sujeto del rendimiento ya no está sometido al dominio externo que lo obligue a trabajar o lo explote, sino que está sometido únicamente a sí mismo. De esta forma, el hecho de no estar sometido al dominio externo hace identificar su comportamiento ante el exceso de trabajo como un acto de libertad y así es como la explotación se hace más efectiva, pues en la autoexplotación víctima y verdugo coinciden en la misma persona.
Y dice Byung-Chul Han que los males provienen del exceso de positividad porque esta positividad es la que nos empuja a un trabajo sin fin, a un esfuerzo constante, a una lucha sin tregua para conseguir ser "yo mismo", o lo que es igual, a ser el individuo en el límite de sus potencialidades. Este positivismo es el que impregna frases motivadoras como "nada es imposible", "si puedes pensarlo, puedes lograrlo" u otras similares; es el motor que subyace en el concepto mismo del sueño americano. Es luchar por devenir tú mismo y conseguir que tu nombre se convierta en algo así como una marca personal.
Y este trabajo continuo y esta lucha constante contra uno mismo nos llevan a la hiperactividad, a la hiperatención y al mismo tiempo a la violencia neuronal, pudiendo derivar en las enfermedades psíquicas propias de esta nueva época: depresión, trastorno con déficit de atención con hiperactividad, trastorno límite de la personalidad o síndrome del desgaste ocupacional (burnout).
De esta manera la autorrealización se convierte en autodestrucción.
Y mientras todo esto ocurre, y nosotros vivimos centrados en nuestra autorrealización, luchando por devenir nosotros mismos al límite de nuestras potencialidades e implantar nuestra marca personal, nuestros mayores siguen muriendo solos en sus hogares en total soledad sin que nadie se de cuenta de ello, nuestros hijos pasan horas jugando a consolas sin supervisión de nadie o continúan aparcados en las mil y una actividades extraescolares, los vagabundos siguen durmiendo en nuestras calles sin que a nadie le importe lo suyo, nuestros vecinos siguen siendo esos desconocidos con los que no tenemos ninguna relación y además todos estamos terriblemente agotados y exhaustos.
Traslación a la administración local: el secretariucho liberado, pero reventado
Y este problema común de nuestra sociedad del cansancio, se traslada a la perfección a la administración local, donde cientos o miles de secretarios rurales y otros habilitados de otras subescalas viven abrumados por la cantidad de responsabilidades que descansan sobre sus hombros, lo cual se ve agravado por el escaso personal con que cuentan para sacar los asuntos adelante y la escasa formación y capacidad del mismo. Este panorama les obliga, primero por necesidad y más tarde con la libertad idealizada inherente a la autoexplotación, a echar más horas que un reloj para conseguir que los asuntos salgan adelante con un cierto ritmo.
Es decir, que en las administraciones, en vez de diferenciarnos y reivindicar que necesitamos ayuda y la contratación de más personal o la mejora del rendimiento y capacitación del existente para conseguir sacar el trabajo en el horario de trabajo, o de aceptar que no hace falta tanta perfección y que se puede funcionar sin ella, nos empeñamos en copiar el modelo viciado y destructivo de la empresa privada, basado en la escasez, la precariedad y la explotación física y mental. Y así es como nos contagiamos de la espiral de agotamiento y destrucción que impera en el sector privado, en vez de crear un nuevo paradigma que sirviera también de referente para mejorar algo las cosas en el ámbito de la empresa.
¡Con la cantidad de cosas que se pueden hacer tras salir del trabajo!: dedicar más tiempo a la familia, hacer deporte, cocinar platos deliciosos, tomar algo con amigos o compañeros de trabajo, meditar, disfrutar de un bello paisaje o del atardecer, colaborar con una ong, salir a pasear, echarse la siesta, leer un libro, apuntarse a un banco del tiempo e intercambiar momentos y conocimientos con otras personas de nuestro entorno, disfrutar de un concierto, ver la tele o ir al cine, hacer bricolaje o jardinería, ser creativo y experimentar en cualquier disciplina, no hacer nada e incluso aburrirse... ¿por qué no?
Yo ya me he dado cuenta, y soy consciente de que no todos podemos conseguir ser "yo mismo" y convertirnos en una marca personal como pueden ser Víctor Almonacid o Concepción Campos (con todo mi respeto y admiración hacia ellos, que están en el listado de favoritos de este blog desde el mismo día que se creó). Conozco que en el camino de intentarlo, aparte de un gran sofocón (debe ser agotador sumarle a mi jornada diaria de trabajo en la oficina el hecho de escribir con el saber, la brillantez y la claridad con la que estas estrellas de la administración local lo hacen al salir de ella), pueden esperarme agazapadas desagradables sorpresas como la depresión o el desgaste ocupacional. Así que como dicen los dichos: "en el equilibrio está la virtud" y "no te tomes la vida tan en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella".
¡Nos leemos!
Actualización a fecha 26/09/2019:
Recientemente se han publicado los resultados de una encuesta que confirma las teorías de Byung-Chul Han de que actualmente vivimos en la sociedad del cansancio. Y además, la encuesta está basada en datos de España. Os dejo a continuación enlaces donde se explican las conclusiones de dicha encuesta:
Siete de cada diez españoles se sienten "cansadas o muy cansadas"
Más del 70% de los españoles reconoce sentirse cansado con frecuencia
Siete de cada diez españoles dicen estar “cansados o muy cansados”
Os dejo a continuación el tráiler del documental Kómoda, la vida sin energía a raíz de cuyo estreno se ha realizado esta encuesta entre la población española.
Y este comportamiento, aparentemente tan loable y digno de admiración, es la nueva enfermedad de nuestros tiempos. Porque, aunque parezca una forma de actuar aislada o anecdótica, es más común de lo que nos pensamos.
De hecho, así se explica que el artículo publicado en El País en fecha 7 de febrero de 2018 con el titular "Ahora uno de autoexplota a sí mismo y piensa que está realizándose", y que trata sobre el libro "La sociedad del cansancio" del autor surcoreano-alemán Byung-Chul Han, tuviera más de medio millón de visitas en los dos primeros días y fuera el contenido más visto en la web durante muchos días más, a pesar de ser un artículo sobre algo tan poco atractivo aparentemente como la filosofía.
Portada de "La sociedad del cansancio", de Byung-Chul Han |
En este libro, Byung-Chul Han habla sobre la sociedad actual, una sociedad marcada por el rendimiento, el estado activo y la imposibilidad de llevar a cabo una actuación contemplativa o creativa, que precisa de una mayor atención y calma.
Una sociedad enmarcada en una época que él denomina neuronal, diferente a la anterior época inmunológica en la que existía una clara diferencia entre lo de dentro (el propio secretariucho de tercera o cualquier otro profesional) y lo de fuera (el alcalde/concejal dictador o cualquier jefe de similares características), siendo lo de fuera la bacteria que transmitía la negatividad. En la época neuronal actual no existe esa diferencia, sino que los males provienen del exceso de positividad procedente de uno mismo.
El sujeto del rendimiento ya no está sometido al dominio externo que lo obligue a trabajar o lo explote, sino que está sometido únicamente a sí mismo. De esta forma, el hecho de no estar sometido al dominio externo hace identificar su comportamiento ante el exceso de trabajo como un acto de libertad y así es como la explotación se hace más efectiva, pues en la autoexplotación víctima y verdugo coinciden en la misma persona.
Y dice Byung-Chul Han que los males provienen del exceso de positividad porque esta positividad es la que nos empuja a un trabajo sin fin, a un esfuerzo constante, a una lucha sin tregua para conseguir ser "yo mismo", o lo que es igual, a ser el individuo en el límite de sus potencialidades. Este positivismo es el que impregna frases motivadoras como "nada es imposible", "si puedes pensarlo, puedes lograrlo" u otras similares; es el motor que subyace en el concepto mismo del sueño americano. Es luchar por devenir tú mismo y conseguir que tu nombre se convierta en algo así como una marca personal.
Exceso de positividad, destructiva y voraz |
Y este trabajo continuo y esta lucha constante contra uno mismo nos llevan a la hiperactividad, a la hiperatención y al mismo tiempo a la violencia neuronal, pudiendo derivar en las enfermedades psíquicas propias de esta nueva época: depresión, trastorno con déficit de atención con hiperactividad, trastorno límite de la personalidad o síndrome del desgaste ocupacional (burnout).
De esta manera la autorrealización se convierte en autodestrucción.
Y mientras todo esto ocurre, y nosotros vivimos centrados en nuestra autorrealización, luchando por devenir nosotros mismos al límite de nuestras potencialidades e implantar nuestra marca personal, nuestros mayores siguen muriendo solos en sus hogares en total soledad sin que nadie se de cuenta de ello, nuestros hijos pasan horas jugando a consolas sin supervisión de nadie o continúan aparcados en las mil y una actividades extraescolares, los vagabundos siguen durmiendo en nuestras calles sin que a nadie le importe lo suyo, nuestros vecinos siguen siendo esos desconocidos con los que no tenemos ninguna relación y además todos estamos terriblemente agotados y exhaustos.
Traslación a la administración local: el secretariucho liberado, pero reventado
Y este problema común de nuestra sociedad del cansancio, se traslada a la perfección a la administración local, donde cientos o miles de secretarios rurales y otros habilitados de otras subescalas viven abrumados por la cantidad de responsabilidades que descansan sobre sus hombros, lo cual se ve agravado por el escaso personal con que cuentan para sacar los asuntos adelante y la escasa formación y capacidad del mismo. Este panorama les obliga, primero por necesidad y más tarde con la libertad idealizada inherente a la autoexplotación, a echar más horas que un reloj para conseguir que los asuntos salgan adelante con un cierto ritmo.
Y ahora voy a completar la plataforma del ministerio, después voy a redactar el pliego y por último voy a hacer el informe de fiscalización de la subvención a "Cantares de mi tierra" |
Es decir, que en las administraciones, en vez de diferenciarnos y reivindicar que necesitamos ayuda y la contratación de más personal o la mejora del rendimiento y capacitación del existente para conseguir sacar el trabajo en el horario de trabajo, o de aceptar que no hace falta tanta perfección y que se puede funcionar sin ella, nos empeñamos en copiar el modelo viciado y destructivo de la empresa privada, basado en la escasez, la precariedad y la explotación física y mental. Y así es como nos contagiamos de la espiral de agotamiento y destrucción que impera en el sector privado, en vez de crear un nuevo paradigma que sirviera también de referente para mejorar algo las cosas en el ámbito de la empresa.
¡Con la cantidad de cosas que se pueden hacer tras salir del trabajo!: dedicar más tiempo a la familia, hacer deporte, cocinar platos deliciosos, tomar algo con amigos o compañeros de trabajo, meditar, disfrutar de un bello paisaje o del atardecer, colaborar con una ong, salir a pasear, echarse la siesta, leer un libro, apuntarse a un banco del tiempo e intercambiar momentos y conocimientos con otras personas de nuestro entorno, disfrutar de un concierto, ver la tele o ir al cine, hacer bricolaje o jardinería, ser creativo y experimentar en cualquier disciplina, no hacer nada e incluso aburrirse... ¿por qué no?
Yo ya me he dado cuenta, y soy consciente de que no todos podemos conseguir ser "yo mismo" y convertirnos en una marca personal como pueden ser Víctor Almonacid o Concepción Campos (con todo mi respeto y admiración hacia ellos, que están en el listado de favoritos de este blog desde el mismo día que se creó). Conozco que en el camino de intentarlo, aparte de un gran sofocón (debe ser agotador sumarle a mi jornada diaria de trabajo en la oficina el hecho de escribir con el saber, la brillantez y la claridad con la que estas estrellas de la administración local lo hacen al salir de ella), pueden esperarme agazapadas desagradables sorpresas como la depresión o el desgaste ocupacional. Así que como dicen los dichos: "en el equilibrio está la virtud" y "no te tomes la vida tan en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella".
Equilibrio u opción: es tu elección |
Actualización a fecha 26/09/2019:
Recientemente se han publicado los resultados de una encuesta que confirma las teorías de Byung-Chul Han de que actualmente vivimos en la sociedad del cansancio. Y además, la encuesta está basada en datos de España. Os dejo a continuación enlaces donde se explican las conclusiones de dicha encuesta:
Siete de cada diez españoles se sienten "cansadas o muy cansadas"
Más del 70% de los españoles reconoce sentirse cansado con frecuencia
Siete de cada diez españoles dicen estar “cansados o muy cansados”
Os dejo a continuación el tráiler del documental Kómoda, la vida sin energía a raíz de cuyo estreno se ha realizado esta encuesta entre la población española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario